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Arup repasa 20 años de evolución en el diseño de fachadas, desde Telefónica hasta el Bernabéu, hacia envolventes eficientes, sostenibles y preparadas para edificios Net Zero.
En apenas dos décadas, las fachadas arquitectónicas han pasado de ser un elemento estético a convertirse en un componente esencial de la eficiencia energética, la salud interior y la identidad urbana. Desde el Distrito C de Telefónica a comienzos de los 2000 hasta la envolvente dinámica del nuevo Santiago Bernabéu, la evolución refleja cómo la tecnología, la regulación y la sostenibilidad han transformado el diseño de los edificios en España y a nivel internacional.
Con motivo del vigésimo aniversario de su equipo de fachadas, la firma global de desarrollo sostenible Arup repasa una trayectoria que ha acompañado algunos de los hitos más representativos del sector. Proyectos como la sede de Telefónica en Madrid, el complejo Palmas Altas en Sevilla, la Torre Atrio en Bogotá, la sede de Coca-Cola o el Campus Acciona trazan una evolución clara hacia envolventes más eficientes, colaborativas y sostenibles.
El desarrollo actual está condicionado por un marco normativo más exigente y por mayores expectativas de confort y salud. Hoy, una fachada debe resolver de forma integrada la aislación térmica y acústica, la estanqueidad y el control del movimiento estructural, incorporando además criterios de circularidad y trazabilidad de materiales.
Este salto en complejidad ha reforzado el papel de la consultoría especializada, la industrialización de procesos y los modelos colaborativos entre arquitectos, ingenierías, promotores, fabricantes y administraciones. Lo que antes era una envolvente decorativa es hoy una infraestructura energética y climática que condiciona el rendimiento global del edificio.
A principios de los 2000, empresas como Telefónica, Coca-Cola o Acciona ya apostaban por envolventes que combinaban eficiencia técnica y expresión arquitectónica. Dos décadas después, esa visión se amplía al análisis del ciclo de vida, la rehabilitación y el reposicionamiento de activos, en línea con los objetivos europeos de descarbonización y reducción de la huella de carbono —tanto operativa como embebida—.
En el nuevo Santiago Bernabéu, esta evolución se materializa en una envolvente dinámica que responde a criterios estructurales, energéticos y urbanos. El proyecto se desarrolló mediante un enfoque fast-track, con la participación simultánea de todos los agentes y la construcción de prototipos que redujeron la incertidumbre técnica. Entre los desafíos más relevantes: absorber movimientos diferenciales entre estructuras antiguas y nuevas sin perder continuidad visual, y controlar la reflexión solar mediante estudios lumínicos detallados para evitar deslumbramientos en el entorno.
El futuro de las fachadas pasa por su papel central en la transición hacia edificios Net Zero, con sistemas capaces de reducir emisiones y optimizar consumos en un contexto de escasez de materiales y talento técnico. Más allá de la eficiencia, las envolventes deberán contribuir a generar entornos urbanos más saludables y resilientes.
“Las fachadas del futuro no se definirán por una estética concreta, sino por su capacidad de adaptarse a exigencias medioambientales, normativas y sociales cada vez más estrictas”, afirma Sofía Galán, responsable del equipo de fachadas de Arup en España. “Serán claves para cumplir los objetivos climáticos europeos, reduciendo consumo y emisiones, y fomentando el uso de materiales reciclables y trazables mediante gemelos digitales y pasaportes de materiales.”
La edificación sostenible seguirá creciendo, impulsada por la conciencia social y las políticas públicas orientadas al impacto positivo. Para arquitectos, ingenieros y fabricantes, se abre una etapa decisiva: redefinir las “pieles” de los edificios como sistemas inteligentes capaces de responder al cambio climático y mejorar la calidad de vida urbana.