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El interiorista Juancho González firma en Lorca la reforma integral de una vivienda familiar de 115 m², donde la luz, la piedra natural y el diseño sereno definen un espacio cálido y contemporáneo.
El interiorista Juancho González ha transformado por completo una vivienda familiar en Lorca (Murcia), concebida como un refugio de serenidad y calidez. La luz natural se erige como elemento central, reforzada por una paleta cromática de tonos suaves y una zona de día abierta y comunicada, que promueve la fluidez visual y la convivencia entre espacios.
La vivienda, de 115 metros cuadrados, presentaba originalmente una estructura rígida y compartimentada, con circulaciones poco prácticas y una fachada desaprovechada. La intervención implicó la demolición total de la tabiquería para dar paso a una nueva distribución abierta y luminosa, donde la zona de día se concibe como un gran espacio conectado y la zona de noche se reserva para el descanso y la intimidad.
La piedra natural se convierte en el eje visual de la vivienda, aportando textura, carácter y atemporalidad. Su protagonismo se concentra en el panel retroiluminado y la isla escultórica de la cocina, ambos realizados en Pangea de XTone, que dialogan con la madera de roble para generar un ambiente cálido y sofisticado.
La paleta cromática refuerza esta sensación de armonía: tonos neutros y tapicerías suaves amplifican la luminosidad, mientras los accesorios mostaza y un gran lienzo en azules intensos introducen dinamismo y equilibrio frente a la gama de tierras y grises.
El salón, articulado en torno a un sofá en L, se orienta hacia un mueble mural empotrado con estantes de roble flotantes, que aportan ligereza y continuidad visual. El comedor, con mesa redonda de roble y sillas negras, aporta contraste y un toque de elegancia contemporánea.
Detrás del sofá, un mueble a medida diseñado por González combina vidrio, espejo y madera, creando un efecto de ligereza y transparencia. “Me encanta hacer flotar las cosas”, comenta el interiorista, que utiliza este elemento para zonificar sin perder luz ni amplitud.
De día, los estores venecianos regulan la entrada de luz; de noche, la piedra retroiluminada y una iluminación escénica cuidadosamente diseñada transforman el ambiente.
El mayor gesto arquitectónico del proyecto se encuentra en la cocina, que puede ocultarse por completo tras un panel móvil de piedra natural retroiluminada, convirtiéndose, al cerrarse, en una pieza escultórica y decorativa. Este sistema deslizante aporta funcionalidad y dramatismo visual, integrando la zona de trabajo sin alterar la limpieza estética del conjunto.
La isla central, también en piedra natural, actúa como frontera visual y pieza escultórica, manteniendo la sensación de orden y pureza que define la vivienda.
El equilibrio material y cromático se prolonga en la zona privada, donde la madera de roble y los tejidos naturales generan una atmósfera serena.
La suite principal integra dormitorio, vestidor a medida y tocador con lavamanos doble, junto a un baño a la francesa con ducha e inodoro en espacios separados mediante puertas de vidrio oscuro. La carpintería artesanal y el diseño del lavamanos asimétrico destacan por su detalle y precisión.
El interiorista recurre a pilares revestidos en espejo oscuro, que amplían visualmente los pasillos y multiplican la luz, creando un efecto envolvente e íntimo. Los demás dormitorios y baños mantienen la misma coherencia formal, reforzando la unidad estética y sensorial del proyecto.