por Javier Cenicacelaya 9 de junio, 2014
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En el número 3 de la Revista DPArquitectura su Director, el arquitecto Javier Cenicacelaya, realiza una profunda reflexión sobre la obra de Palladio y la búsqueda de la plantra central en su arquitectura religiosa. Aquí podemos leer la primera parte del mismo. (La edición completa, en la revista DPArquitectura: suscripciones@infoedita.es)

Como buen humanista, Palladio admiraba los templos concebidos con una planta central; esto se pone de manifiesto por su consideración de que la planta ideal para un templo es la circular. En su libro cuarto afirma:

"Los templos se hacen redondos, cuadrangulares, de seis, ocho o más ángulos –los cuales ángulos estén dentro de un círculo–, en cruz y de muchas otras formas y medidas según las varias intenciones de los hombres; las cuales, siempre que estén hechas con bellas y convenientes proporciones y con arquitectura distinguida, elegante y adornada, merecen ser alabadas. Pero las más bellas y más sobrias formas, de las cuales las otras toman las proporciones, son la redonda y la cuadrangular; y Vitrubio solamente habla de estas dos y nos enseña cómo se deben construir, como se dirá cuando se trate de la distribución de los templos". (Ed. Española, Cuarto Libro, capítulo I. p. 341)

Y más adelante continúa:

"Así leemos que los antiguos, al edificar los templos, se aplicaron en guardar el decoro, en el que estriba una bellísima parte de la arquitectura. Todavía nosotros, que no tenemos dioses falsos, para guardar el decoro con respecto a la forma de los templos, elegiremos la más perfecta y excelente; y visto que tal es la redonda –porque entre todas las figuras es la única simple, uniforme, igual, fuerte y capaz–, haremos los templos redondos. Lo cual les conviene máximamente, porque, estando todo encerrado en un solo límite, en el que no se puede encontrar ni principio ni fin, ni distinguir uno del otro, y teniendo sus partes semejantes entre sí y participando todas de la figura del todo, y, por fin, encontrándose en cada parte el extremo igualmente lejano del medio, es adecuadísima para demostrar la unidad, la esencia infinita, la uniformidad y la justicia de Dios. Además de esto no se puede negar que la solidez y perpetuidad no se busque más en los templos que en todas las demás construcciones, puesto que ellos están dedicados a Dios todopoderoso, y en ellos se conservan las más célebres y más dignas memorias de las ciudades, en conclusión, también por esta razón se debe decir que la figura redonda, en la cual no hay ningún ángulo, se ajusta sumamente a los templos. Además, deben ser los templos de mucha cabida, para que mucha gente pueda asistir cómodamente a los divinos oficios; y, entre todas las posibilidades, ninguna es más capaz que la redonda". (Ed. Española, Cuarto Libro, capítulo II. p. 342-343)

Después de estas afirmaciones, Palladio comenta que acaba de construir la Iglesia de San Giorgio Maggiore, en Venecia, con la forma de cruz. Y yo creo que es necesario decir que aunque prefiriese para una iglesia la planta redonda o la cuadrada, Palladio justificaba el uso de la planta en cruz para las iglesias en el capítulo cinco, de su libro cuarto. También me parece de interés mencionar las razones que da Palladio para proyectar templos con planta de cruz.

Son como sigue:

"...pero nosotros, dejados los pórticos alrededor, edificamos los templos de modo que se parecen mucho a las basílicas, en las que, como se ha dicho, se hacían los pórticos en la parte de dentro, como nosotros hacemos ahora en las iglesias". (Ed. Española, Cuarto Libro, capítulo V. p. 351)

La iglesia de San Giorgio fue encargada a Palladio en 1565, sólo cinco años antes de la publicación de sus Cuatro Libros. No voy a proceder a una precisa descripción de las diferentes partes de esta iglesia. Me interesa llamar la atención sobre varios puntos. El primero, sobre el cliente (la Orden Benedictina) que solicitó una planta de cruz latina. Ésta presenta una forma rectangular, en la que, en los pies de la cruz, Palladio coloca un espacio que sigue el esquema del Templo de la Paz, también conocido como la Basílica de Majencio, según su reconstrucción en el libro cuarto, capítulo seis.

El crucero o transepto está reducido a una mera continuación de la planta de la Basílica de Majencio, aunque colocando un módulo cuadrado en la nave central, sobre el que se construye la cúpula. Los “brazos” de la cruz terminan en una especie de ábsides, llamados tribunas, que se proyectan hacia el exterior desde la planta rectangular de la iglesia. Estos brazos que permiten el entendimiento de la iglesia como construida sobre una planta de cruz latina, sólo pueden percibirse en el volumen exterior.

El segundo punto se refiere al recurso de Palladio a un orden para la nave que tiene un pedestal, a pesar de que prefería mucho más las columnas colocadas directamente sobre el suelo sin pedestal.

(Parte primera)

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