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La demanda de infraestructuras más eficientes, sostenibles y multifuncionales impulsa una nueva generación de recintos donde la tecnología y la eficiencia energética se consolidan como ejes estratégicos.
Los estadios deportivos han dejado de ser espacios dedicados exclusivamente a la celebración de eventos para convertirse en complejos multifuncionales, integrados en la dinámica urbana, social y económica de las ciudades. Esta evolución responde a la necesidad de adaptarse a nuevos estándares en calidad, seguridad e infraestructuras sostenibles.
Según estimaciones de Deloitte, en 2025 más de 300 estadios a nivel mundial habrán iniciado procesos de renovación o construcción. Cerca del 50% de estos proyectos se localizan en Norteamérica y Europa, con una notable concentración de instalaciones futbolísticas en el continente europeo. Esta tendencia refleja no solo una modernización estética o funcional, sino también una estrategia de expansión económica del sector.
El avance de la digitalización también ha impulsado el mercado global de los estadios inteligentes (smart stadiums), cuyo valor superará los 8.000 millones de dólares en 2024 y se estima que alcanzará los 38.000 millones de dólares en 2033, según el mismo informe de Deloitte. Este crecimiento está impulsado por la incorporación de tecnologías de gestión, automatización y conectividad, que mejoran la experiencia del usuario y la eficiencia operativa.
Uno de los principales motores de esta transformación es la eficiencia energética, considerada ya un pilar fundamental tanto por las exigencias normativas como por la creciente conciencia ambiental. De acuerdo con el estudio Energy Demand Characteristics and the Potential for Energy Efficiency in Sports Stadiums and Arenas, elaborado por la Universidad de Duke, un estadio profesional puede consumir entre 5 y 10 megavatios (MW) durante un evento, equivalente al consumo de unas 5.000 viviendas.
Este consumo se asocia a sistemas de iluminación, climatización, señalética digital, retransmisión audiovisual o seguridad, además del uso de combustibles fósiles como gas natural en áreas de restauración y calefacción. Por tanto, cualquier mejora en términos de eficiencia energética puede traducirse en una reducción directa de emisiones y en beneficios económicos para los operadores del recinto.
La implementación de sistemas de gestión inteligente de edificios (BMS), sensorización y automatización permite optimizar el consumo energético y mejorar la operatividad general. Además, los estadios que adoptan criterios de eficiencia y sostenibilidad pueden acceder a financiación pública vinculada a estándares ESG, mejorar su posicionamiento de marca y reforzar vínculos con patrocinadores y comunidades locales.
Un ejemplo destacado de esta transformación es El Sadar, estadio del Club Atlético Osasuna en Pamplona. Construido en 1967, fue objeto de una profunda remodelación entre 2019 y 2021, que aumentó su capacidad a 23.500 espectadores y renovó por completo su infraestructura eléctrica, adaptándola a los más altos estándares de fiabilidad y eficiencia energética.
El proyecto contó con la colaboración de ABB, junto a socios como Suministros Eléctricos Gabyl Pamplona, VDR y Montajes Eléctricos Alba. Las soluciones implementadas incluyeron:
Estas tecnologías han permitido una gestión centralizada, escalable y segura del sistema eléctrico, asegurando el funcionamiento de servicios esenciales como iluminación, megafonía, videomarcadores y seguridad, cumpliendo además con las normativas europeas vigentes.
En 2021, El Sadar fue reconocido como el Mejor Estadio del Mundo, un galardón que no solo valoró su arquitectura, sino su apuesta por la electrificación avanzada, posicionándolo como referente en sostenibilidad y eficiencia energética en el ámbito deportivo.
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